En un lugar en oriente, había una montaña muy alta y con su sombra tapaba la aldea. Y por ello los niños crecían raquíticos.
Y una vez un viejo, el más viejo de todos, se va con una de esas cucharitas chinas de porcelana y sale de la aldea.
Y le dicen los otros:
-Adonde vas viejito.
-Voy a la montaña.
-Y a que vas.
-Voy a mover la montaña.
-Y con que las vas a mover.
-Con esta cucharita.
-Jajaja, Nunca podrás.
-Si, nunca podré, pero alguien tiene que comenzar a hacerlo.
Cuento de Alejandro Jodorowsky